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.Despachó sin problemas a los ni�os, aunque al final empezaron a perseguirlede dos en dos o de tres en tres.Ender no se encontró a ning�n lobo esper�ndole en el claro, y bajóal pozo por la cuerda del balde.La luz de la caverna era mortecina, pero pod�a ver montones de joyas.Pasó delante de ellos,adviniendo que, detr�s de �l, entre las gemas, destellaban unos ojos.Una mesa llena de comida nodespertó su inter�s.Atravesó un grupo de jaulas que colgaban del techo de la cueva, cada una conuna criatura exótica de aspecto amistoso.�Jugar� con vosotros m�s tarde�, pensó Ender.Al finalllegó a una puerta con esta leyenda formada por esmeraldas refulgentes:EL FIN DEL MUNDONo vaciló.Abrió la puerta y dio un paso adelante.Se detuvo en una peque�a cerca, en lo altode un acantilado que dominaba un terreno de bosque cerrado, verde y brillante, con pinceladas decolor oto�o y parcelas de tierra desbrozada aqu� y all�, con arados tirados por bueyes y peque�asaldeas, un castillo levantado en una elevación distante, y nubes que cabalgaban en corrientes de airepor debajo de �l.Por encima, el cielo era el techo de una vasta caverna, con cristales colgantes queformaban estalactitas brillantes.La puerta se cerró tras �l; Ender estudió el escenario atentamente.Era tal su belleza que sepreocupaba menos que de costumbre por su supervivencia.Le importaba muy poco, por elmomento, en qu� consist�a el juego en ese lugar.Lo hab�a encontrado y verlo era su recompensa.As�, sin detenerse a pensar en las consecuencias, saltó la cerca.44Orson Scott Card El juego de EnderCa�a vertiginosamente hacia un r�o de aguas tumultuosas y rocas peladas; pero una nube seinterpuso entre �l y el suelo en su ca�da, y lo recogió, y se lo llevó.Lo llevó a la torre del castillo, yatravesó la ventana abierta, deposit�ndolo en el interior.Lo dejó all�, en una habitación con ningunapuerta visible en el suelo ni en el techo, y con ventanas que daban a un abismo indudablementefatal.Un momento antes se hab�a arrojado despreocupadamente desde la cerca; ahora vacilaba.La peque�a alfombra que hab�a delante del juego se destejió convirti�ndose en una serpientelarga y delgada con dientes perversos. Soy tu �nica escapatoria le dijo.La muerte es tu �nica escapatoria.Ender echó una mirada a la habitación en busca de un arma, cuando, s�bitamente, la pantallase oscureció.A lo largo del borde de la consola brillaban intermitentemente estas palabras:PRES�NTESE A SU COMANDANTEINMEDIATAMENTE.LLEGA TARDE.VERDE VERDE MARR�NIrritado, Ender apartó violentamente la consola y se dirigió a la pared de colores, dondeencontró la banda verde verde marrón, la tocó y la siguió a medida que se iluminaba delante de �l.El verde oscuro, el verde claro y el marrón de la banda le recordaban el reino oto�al que hab�aencontrado en el juego.�Tengo que volver all� se dijo.La serpiente es una cuerda larga; puedodescolgarme de la torre y encontrar la forma de volver a ese lugar.A lo mejor se llama el fin delmundo porque es el fin de los juegos, porque puedo ir a una de esas aldeas y convertirme en uno delos ni�os que trabajan y juegan all�, sin que haya nada que matar y sin que nada me mate,simplemente vivir ah�.�Pero no consegu�a hacerse una idea de lo que podr�a ser �simplemente vivir�.No lo hab�ahecho en toda su vida.Pero quer�a hacerlo ahora.Las escuadras eran m�s grandes que los grupos de lanzamiento, y los dormitorios-cuarteles delas escuadras tambi�n eran m�s grandes.�ste era largo y estrecho, con literas a ambos lados; tanlargo que se pod�a apreciar la curvatura del suelo en la elevación de la otra punta; una porción de larueda de la Escuela de Batalla.Ender se quedó en la puerta.Unos cuantos chicos que estaban cerca de la puerta le miraron,pero eran mayores, y parec�a como si ni le hubieran visto.Siguieron con sus conversaciones,tumbados o sentados en las literas.Naturalmente, estaban comentando batallas; los chicos mayoressiempre estaban comentando batallas.Eran mucho m�s altos que Ender.Los de diez y once a�osparec�an torres; incluso el m�s joven ten�a ya ocho a�os, y Ender no era muy alto para su edad.Intentó ver cu�l de ellos era el comandante, pero casi todos estaban vestidos de una formaintermedia entre el traje de batalla y lo que los soldados llamaban siempre su uniforme de noche:desnudos de la cabeza a los pies.Muchos hab�an sacado sus consolas, pero pocos estabanestudiando.Ender entró en el dormitorio.Su presencia fue advertida inmediatamente. �Qu� quieres? le preguntó el chico que ocupaba la litera superior m�s próxima a lapuerta.Era el m�s alto.Ender se hab�a fijado antes en �l, un joven gigante con pelusilla que lecrec�a desigualmente por la barbilla.T� no eres un Salamandra. Parece ser que s�, creo dijo Ender.Verde verde marrón, �no? He sido trasladado.Mostró su papel al chico, obviamente el centinela.El centinela alargó la mano hacia el papel.Ender lo retiró, justo lo necesario para ponerlofuera de su alcance. Parece ser que tengo que entreg�rselo a Bonzo Madrid.Otro chico se sumó a la conversación, un chico m�s peque�o, pero de todas formas m�s altoque Ender.45Orson Scott Card El juego de Ender No Ben-zoe idiota.Bonzo.Es un nombre espa�ol.Bonzo Madrid.Aqu� nosotros hablamosespa�ol, se�or Gran Fedor. T� debes ser Bonzo entonces preguntó Ender, pronunciando el nombre correctamente. No, simplemente un pol�glota con talento.Petra Arkanian.La �nica chica de la escuadraSalamandra.Con m�s huevos que todos los de este dormitorio. Mam� Petra me ha hablado dijo uno de los chicos.Me ha hablado, me ha hablado.Otro chico replicó: Mea hablado, mea hablado, mea hablado.Unos cuantos se rieron. Que quede entre t� y yo dijo Petra.Si tuvieran que poner una lavativa a la Escuela deBatalla, se la pondr�an a verde verde marrón.Ender se desesperaba.No ten�a nada que le avalase: sin ning�n tipo de preparación, peque�o,sin experiencia, expuesto a los resentimientos de los dem�s por su temprano ascenso.Y por si nofuera suficiente, ahora, por casualidad, entablaba amistad precisamente con quien menos leconven�a.Una marginada de la escuadra Salamandra, que los dem�s iban a asociar con �l.�Qu�d�a! Durante un momento, mientras recorr�a con la mirada sus caras sarc�sticas, se imaginó suscuerpos cubiertos de pelo, sus dientes puntiagudos preparados para desgarrar.��Soy yo el �nico serhumano de este lugar? �Son los dem�s animales, a la espera de devorar?�Entonces se acordó de Alai.Seguramente, en todas las escuadras habr� por lo menos uno quemerece la pena conocer.De repente, aunque nadie dijo que se callaran, las risas pararon y el grupo quedó en silencio.Ender se dio la vuelta y miró a la puerta.Hab�a all� un chico alto, oscuro y delgado, de bellos ojosnegros y labios finos que insinuaban refinamiento.�Seguir�a a esta beldad a cualquier parte dijoalgo dentro de Ender.Ver�a lo que ven esos ojos.� �Qui�n eres? preguntó el chico sin levantar la voz
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