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.Nos encontramos con vuestrosmensajeros en el camino.Ya lo hemos dispuesto todo.Van camino de Yiungei. Con la velocidad de los dioses dijo Reidi, piadoso.Bravo.Había que confiar en la velocidad de los pájaros, pensó Shoka: era realmente una buena noticia, que los pájaroshubieran bastado para levantar a dos provincias.Que los jinetes fueran ahora hacia el norte era una segunda luzde esperanza.Pero no era suficiente.Quinientos de caballería pesada con Maijun, cuatrocientos con Lintai, talvez trescientos, cuatrocientos campesinos en alguna parte, más atrás, y Shoka pensó, en medio del alivio y elentusiasmo de los tres señores y sus tropas: No es suficiente para vencer a la Guardia, y demasiado para moversebien.Suficiente para mantener al sur lejos de nuestras espaldas, y sublevar el este, si es que obedecen órdenes.La racionalidad nunca había sido la mejor de las cualidades de Maijun: Maijun de Feiyan era de la generaciónque él conocía, un hombre que primero decidía, y después usaba el resto de su inteligencia para justificar susopiniones.Pero era el momento, había emoción en el aire, tenía la atención de Maijun y dijo: Señores, no podríais haber sido más oportunos.No sé lo que nos viene siguiendo, pero hemos revuelto bien elavispero.Voy a continuar con una pequeña fuerza, velocidad, señores, y sorpresa, para cruzar el Hesei antes deque sepan dónde estamos; parece uno de los tantos escuadrones de mercenarios que ellos emplean, cortaremosdirectamente a través de sus defensas, nosotros como punta de lanza y vuestras fuerzas detrás, como si fuéramosuna de sus bandas huyendo de vuestro avance, con polvo y ruido y todo. Peligroso, señor Saukendar dijo Maijun de Feiyan.Peligro incluso por parte de nuestros propios leales. No tenemos tiempo para esperar.Esperemos que esos leales estén allí, señores. Claro que están, señor Saukendar.Los mensajes ya partieron.Y ellos responderán.Espero por los dioses que respondan.No me gusta esto.Nunca, nunca confié en las consideraciones de otroshombres.Nunca me metí a ciegas en algo como esto.Maldición, me revuelve el estómago.Pero detenerse espeor. Entonces, espero tener el camino abierto.Los que estén con vosotros pueden seguirnos. Si la gente os ve, señor, si sois más que un rumor para ellos.la gente necesita veros.113 Decidles que vos me habéis visto.Decidles que voy siguiendo el camino. Shoka levantó una mano yseñaló hacia Choedri.Encontrarán pruebas suficientes de mi paso.Si son lo bastante rápidos, podrán sacarventaja de todo eso.Si nosotros lo somos, señores, podemos tenerlos estudiando planes hasta que les saltemos alcuello, y en ese punto vuestra gente sin armas y vuestra caballería pesada tienen que estar ahí.Ya estamos dentrode sus fronteras.Si nos detenemos o marchamos más despacio, los soldados mercenarios de Ghita puedensorprendernos por la espalda, y atacarnos desde todos los flancos.Si llegamos hasta el Hisei al norte, podemossacar fuerzas de mi provincia, y los señores del norte y las tropas de Kiang; si los tenemos a ellos, tendremos alRegente entre dos fuegos.Tendrá que retirarse detrás del Chaighin si no le damos tiempo a organizarse en elHisei.Velocidad, señores, y flexibilidad.En este momento, somos lo bastante rápidos para entrar ahí y salir denuevo si ellos ya tienen organizada la defensa.Es lo único que tenemos.Pero tenéis que llegar allá arriba a unritmo que no agote a vuestra infantería.Si nos queréis hacer un gran favor, cambiadnos algunos caballos por losmás débiles de los nuestros.Todo se balanceaba en la punta de un alfiler con esos señores.Los ojos de Maijun fueron de él a Reidi, a toda lacompañía que lo rodeaba y se detuvieron en Taizu con una expresión peculiar, antes de volver a mirarlo. Palomas dijo Maijun.Los pájaros del Emperador, sí.Mucho más rápidos que los caballos, señorSaukendar.Si los hombres del Emperador tienen alguno en el campamento. Apuesto a que los tienen.Pero todavía es menos arriesgado que quedarnos empantanados en una peleademasiado al sur como para que los señores del norte se den cuenta de la urgencia del caso.Cada legua queganemos hacia el territorio enemigo es preciosa, porque estaremos más cerca de sus corazones, caballeros, y sino están seguros de que somos algo más que un rumor de insurrección, no se comprometerán con nosotros.Quela gente me vea, que me vean, sí, que nos vean, señores, que vean al Regente huyendo, que nos vean avanzarhacia la capital, eso es lo que debemos hacer, o estaremos muy, muy solos en un círculo de tropas mercenarias ytendremos nuestras cabezas en el cadalso, caballeros, las vuestras y la mía también.Señor Reidi, ya hemoscabalgado mucho hasta aquí; ahora tenemos algo de alivio y no pensaría menos de vos si dejarais la cabalgatadura a los más jóvenes, y os unierais a estos caballeros.no es menos peligroso, pero es mucho menos duro paralas tripas.E! viejo endureció la mandíbula. Mis tripas andan perfectamente bien, señor Saukendar.Shoka asintió, aliviado en parte, mientras pensaba: Lo intenté.Pobre tonto valiente. Entonces, será mejor que nos vayamos dijo, antes de que nadie pudiera abrir la boca y empezar a discutir,no lo quisieran los dioses, y los señores empezaran a hacer objeciones y a pensar, dos veces no lo quisieran losdioses.Sin saber si realmente había pájaros mensajeros volando al norte y al este; y qué asesinatos podíanhaberse cometido, y quién podía estar arrestado en el norte, y qué trampas había en el Hisei si Ghita habíatomado las riendas con la fuerza con que para entonces seguramente ya lo había hecho. ¿Tenemos los caballos? preguntó Shoka. Sí, señor Saukendar dijo Maijun. Mi gratitud. Se inclinó ante los señores y caminó entre los hombres, señalando las peores monturas.Ésta dijo de un caballo que había estado tosiendo.Ese alazán de uno que sabía que siempre se quedaba atrás.No abusó de la generosidad de los señores dándoles todos los caballos malos, pero eligió dieciocho que estabanen dificultades, y los cambió por caballos de los hombres del señor Maijun con un profundo agradecimiento.Pero se quedó con Jiro; y quiso quedarse también con la yegua de Taizu: era buena, y al infierno las marcas,tenía sentido común en las batallas, el viejo juez había dicho la verdad.no se asustaba ni corcoveaba, y eso eramás de lo que podía decirse de los caballos que estaba recibiendo.Tomó las riendas de manos de Taizu y subió a lomos de Jiro, mientras el resto de los hombres montaba también.Pero cuando los señores lo recibieron a caballo, con su ejército tras ellos portando estandartes, vio la ansiedad enlos ojos de los dos nobles y se le revolvió el estómago.Después, se encontraron cara a cara las dos columnas.La de Reidi y sus hombres y él, y entonces notó que no lomiraban a él, sino a la compañera que llevaba a su derecha.Una mujer con armadura.Claro que eso los preocupaba.Claro que miraban dos y tres veces, y se preguntaban sieso era una mujer o un muchacho demasiado femenino.O sea que habían oído algo sobre eso.Los muchachosde Reidi, pensó Shoka, y dijo, con toda la cortesía del mundo: Taizu, señores.Mi esposa.Las miradas seguían siendo ansiosas, y lo miraban primero a él, después a ella.Y los señores hicieronrespetuosas reverencias, y los hombres murmuraron: Ya lo sabíamos dijo Lintai, demasiado apurado para pensar, y la mandíbula de Maijun se tensó, másdiscreto, y el señor se inclinó. Mi señora.Shoka se estremeció, incómodo por aquel mi señora dirigido a Taizu; y se sintió todavía más inquieto ante losgestos que hacían las tropas cuando ellos pasaron cabalgando, la forma en que tocaban los amuletos y lasmiradas furtivas e inquisitivas que le dirigían. No te pongas tan seria le susurró con violencia, una vez que estuvieron lo suficientemente lejos.Sonríe,demonios
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