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.Y no dudando del éxito de la expedición de su marido, había preparado una co-mida especial para celebrarlo; mas cuando vio que la noche llegaba y no se veía a Kasín ni sombra de él, sealarmó mucho, no porque le amase con exceso, sino porque le era necesario; entonces ella se decidió a ir abuscar a Alí Babá a su casa; y aquella maldita, que nunca se había rebajado a franquear el umbral de supuerta, con rostro preocupado, dijo al leñador: ¡Oh, hermano de mi esposo! Los hermanos se deben a loshermanos y los amigos a los amigos.Vengó a pedirte que me tranquilices respecto al paradero de tu herma-no, que, como tú sabes, ha ido al bosque y todavía no ha vuelto, a pesar de lo avanzado de la noche.¡PorAlah, oh rostro bendito! ¡Ve a ver qué es lo que ha sucedido en el bosque! Alí Babá, que, a las claras seveía, estaba dotado de un espíritu compasivo, compartió la alarma de la esposa de Kasín, y dijo: ¡QueAlah aleje a los malhechores de la cabeza de tu esposo, hermana mía! ¡Ah! ¡Si Kasín hubiese querido escu-char mi consejo me hubiese llevado con él como guía! Mas no te inquietes por su retraso, porque, sin duda,lo habrá hecho a propósito, para no llamar la atención de los viandantes al entrar en la ciudad a altas horasde la noche. Aunqué esto fuese verosínnil, la realidad era que Kasín se había convertido en seis trozos deKasín: dos brazos, dos piernas, un tronco y una cabeza, que los ladrones habían colocado en el interior de lagalería, tras la puerta de roca a fin de que su sola presencia espantase a cualquiera que tuviese la audacia defranquear aquel umbral.Alí Babá tranquilizó como pudo a la mujer de su hermano y le hizo notar que cual-quier pesquisa sería inútil en aquella noche sombría, por lo que la invitó cordialmente a pasar la noche ensu compañía.La esposa de Alí Babá la hizo acostar en su propio lecho; no sin antes haberle asegurado AlíBabá que con la aurora saldría para el bosque.En efecto, con las primeras luces de la mañana, el bondadoso leñador abandonó su casa seguido de sustres asnos después de recomendar a su esposa que cuidase de la esposa de su hermano Kasín.Al aproximar-se a la roca y no ver a los mulos, Alí Babá pensó que algo grave debía haber pasado; su inquietud aumentóal ver el suelo manchado de sangre, y, con voz temblorosa por la emoción, pronunció las palabras mágicasy entró en la caverna.El espectáculo de los miembros descuartizados de Kasín le hizo caer, tembloroso, derodillas, mas sobreponiéndose a su emoción se aprestó a cumplir sus últimos deberes para con su hermanoque, despues de todo, era musulmán e hijo de sus mismos padres.Así, pues, cogió de la caverna dos gran-des sacos, metió en ellos el cuerpo descuartizado de su hermano, y, poniéndolos sobre uno de sus asnos, losrecubrió cuidadosamente con ramaje.Luego, ya que estaba allí, pensó que debería aprovechar la ocasiónpara coger algunos sacos de oro, evitando así que dos de sus asnos regresaran de vacío.Una vez realizadoeste trabajo, cubiertos todos los sacos con ramaje como la primera vez, y después de ordenar a la puerta quese cerrase, tomó el camino de la ciudad, deplorando en su interior el triste fin de su hermano.Después que llegó al patio de su casa, llamó a su esclava Morgana para que le ayudase a descargar lossacos.Aquella esclava era una joven a la que Alí Babá y su esposa habían recogido de pequeña y criadocon los mismos cuidados y solicitud que hubieran podido tener para con ella sus mismos padres.La jovenhabía crecido ayudando a su madre adoptiva en el, cuidado de la casa y haciendo el trabajo de diez perso-nas.Era agradable, dócil, educada, y fecunda en invenciones para resolver las cuestiones más arduas y lle-var a buen término las cosas más difíciles.Al presentarse ante su padre adoptivo, la joven le besó la mano,dándole la bienvenida como tenía por costumbre cada vez que él regresaba a casa; entonces, Alí Babá, ledijo: ¡Oh Morgana, hija mía! Hoy es el día en el que tu discreción y valía se van a poner a prueba ; y lecontó el fin desgraciado de su hermano, añadiendo: Su cuerpo está ahí, sobre el tercer asno.Mientras quevoy a anunciar la noticia a su pobre viuda, es preciso que encuentres algún medio para hacerle enterrar co-mo si hubiese fallecido de muerte natural, sin que nadie pueda sospechar la verdad. La joven, respondió: Te escucho y obedezcoEste documento ha sido descargado dehttp://www.escolar.comEl leñador, entonces, fue a dar a noticia de la muerte de Kassín a la esposa de éste, quien comenzó a daralaridos, a mesarse los cabellos y a desgarrarse los vestidas, pero Alí Babá, con tacto, supo calmarla, con-siguiendo evitar que los gritos y lamentaciones llegaran a llamar la atención de los vecinos, provocando laalarma en todo el barrio; y, despues, añadió: Alah es generoso y me ha dado grandes riquezas.Si en mediode esta desgracia sin remedio que se abate sobre ti, hay alguna cosa capaz de consolarte, yo te ofrezco losbienes que Alah me ha dado y que son tuyos, pues de ahora en adelante vivirás en mi casa en calidad de se-gunda esposa, encontrarás en la madre de mis hijos una hermana atenta y cariñosa, y todos viviremos tran-quilos y felices recordando las virtudes del difunto.El leñador se calló esperando una respuesta, y, en un momento, Alí Babá hizo mella en el corazón deaquella mujer, despojándola de sus malquerencias.¡Loado sea Alah Todopoderoso! Ella comprendió labondad de Alí Babá y la generosidad de su ofrecimiento y consistió en ser su segunda esposa, y por su ma-trimonio con aquel hombre bueno, llegó a ser realmente una mujer de bien.De este modo consiguió AlíBabá evitar los gritos y la divulgación del secreto de la muerte de su hermano, y dejando a su nueva esposabajo los cuidados de su antigua, fue en busca de la joven Morgana, quien no había perdido el tiempo, pueshabía combinado todo un plan para salvar aquella dificl situación.En efecto, había ido a la tienda del mercader de drogas, y le había comprado una especie de trinca quecuraba las heridas mortales.El mercader le había servido la medicina no sin antes preguntarle quién estabaenfermo en la casa de su amo.Morgana, suspirando, le había respondido: ¡Oh calamidad! El mal tiñe derojo la cara del hermano de mi amo, que ha sido llevado a nuestra casa para así estar mejor atendido, peronadie conoce su enfermedad-, Está inmóvil, ciego y sordo, con rostro de color de azafrán.¡Oh, jeique, queesta trinca le saque de su mal estado!En este momento de su narración, Schahrazada vio que aparecía el alba, y discretamente como siempre,se calló.PERO CUANDO LLEGÓ LA 856 NOCHESchahrazada dijo: Y había llevado a la casa la trinca en cuestión, de la que Kasín no podría servirse, y allí había esperadoel regreso de su amo
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