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.Y lo repitió otra vez, y otra más.Al primer restallido, la muchacha detuvo su movimiento hacia adelante con un cuchilloa una distancia equivalente a la anchura de una mano del vientre de Igwarl, y abrió máslos ojos.Al segundo restallido se dio cuenta de la enormidad que había intentado y palideció.Al tercer estallido, puso los ojos en blanco y luego los cerró mientras el horror que sehabía apoderado de ella nublaba su conciencia.El cuchillo se deslizó de sus dedos y cayóal suelo.La muchacha osciló hacia adelante.La vara de Quarmal pasó veloz junto alhombro del asombrado muchacho y su casquillo de latón alcanzó a la joven a la anchurade una mano por debajo de un punto intermedio entre los pezones de sus pequeñossenos.Ella dio un respingo con los ojos cerrados y palideció un poco más. Coge a Issa antes de que se caiga ordenó Quarmal a su hijo.El muchacho reaccionó con bastante celeridad a pesar de su sorpresa, sujetando eldelgado cuerpo de su hermana con un brazo por debajo de los hombros y el otro sobrelos muslos. Tiéndela aquí le dijo Quarmal, indicando la estrecha mesa.Igwarl obedeció.El Ratonero pensó que la capacidad de actuar en una crisis con ciertaprecisión y un mínimo de alharacas parecía ser una característica familiar.QUARMAL: No esperabas una demostración instructiva.(Quarmal hizo estaobservación de una manera desapasionada, casi indiferente.) Resguardado en nuestromundo cavernario, no estabas en guardia contra un posible ataque.Una hermana, noimporta lo bien adiestrada que esté, no es digna de plena confianza si existen quienespueden socavar tu adiestramiento.A fin de darte una lección he hecho entrar a Issa entrance para que te atacara sin saberlo conscientemente, y entonces le di contraordenantes del final.IGWARL: Tus tres siniestros chasquidos de dedos.(El viejo Quarmal asintió.) ¿Y si lacontraorden no hubiese surtido efecto?QUARMAL: Ya has visto la celeridad y seguridad con que he usado esta vara, tantopara detener la caída de Issa como para impedirte que acortaras la lección y acabarascon una de las más prometedoras servidoras de Quarmall.IGWARL: Pero ¿y si la vara también hubiera fallado?QUARMAL: Hombre, de donde tú viniste siempre pueden venir más, jovencito.¿Creesacaso que un padre que por el bien de Quarmall dejaría que tus dotados hermanosmayores se mataran entre sí, te salvaría a ti en parecidas circunstancias? Además, elpropósito de mi demostración era enseñarte que no debes confiar excesivamente en mí.IGWARL: Has demostrado lo que querías, tortuoso padre.QUARMAL (alzando el pie izquierdo de Issa para revelar unos enconados círculos rojosen el talón y los dedos): ¿Y a qué obedece este daño y desfiguración de la preciosapropiedad de Quarmall?IGWARL (malhumorado): Era necesario un correctivo.Ésas no son zonas que se veannormalmente, no contribuyen a la belleza.QUARMAL: ¿Una cojera es una marca de belleza? Podías haber considerado elempeine, por no mencionar las axilas.IGWARL: Me inclino ante tu sabiduría superior, señor.Concédeme la habilidad dehacer encantamientos.QUARMAL: Todo a su debido tiempo, hijo mío.Debo tranquilizar a Issa.El viejo pellizcó el seno izquierdo de la muchacha, la cual despertó con un sobresalto.Pero antes de hablarle, desvió los ojos rojos y su mirada se hizo distante.Posó la manoderecha sobre el hombro de Igwarl y lo apretó con fuerza.El muchacho hizo una muecade dolor. Hay una fuerza hostil en las rocas que nos rodean siseó el viejo.Llegó mientrasestaba absorto instruyéndote.Sus dos hijos le miraron y se estremecieron ante lo que veían en sus ojos de rubí.El Ratonero, en su granuloso retiro, tuvo conciencia de la intrusión.Aumentó la presiónsobre su cuerpo de la tierra que le rodeaba, alcanzó un máximo que le impedía respirar yse distendió hasta que él casi se sintió libre para partir a la velocidad de la luz y alcanzarel extremo de Nehwon en un instante, y se intensificó de nuevo.Esto se repitió una y otravez, una vasta pulsación sobrenatural, como si un gigante paseara por encima de suencierro.En la sala de mapas, preparación de hechizos y biblioteca, el viejo Quarmal de ojosrojos expresó lo que había adivinado: Es mi enemigo de hace doce años, el paladín de Gwaay, ese ladrón de imperios ydestructor de dominios, el Ratonero Gris.De alguna manera se ha enterado de mimaquinación contra su amigo y, tal vez con la ayuda de sus magos Sheelba y Ningauble,ha venido a espiarme.¡Suelta los gusanos berbiquíes y los topos venenosos contra él!¡Las arañas que abren túneles en la roca y las babosas ácidas que devoran a través de lapiedra!Estas atroces amenazas, que el Ratonero oyó claramente y creyó a medias, fueronmás de lo que podía soportar.Cuando llegó la siguiente oleada de tremenda presión juntocon la vertiginosa pulsación de libertad, se desvaneció.26Puesto que Pshawri se regía por el lema de hacer lo necesario con el mínimo esfuerzo,no trazó plan alguno, esperando encontrar inspiración y aliados a medida que sedesarrollara la situación.Así pues, cuando llegó al borde del cráter de Fuego Oscuro ysintió la plena fuerza del viento septentrional, pues había escalado la vertiente orientaliluminada por la luna, no previo nada.Lo primero que vio fue una piedra negra del tamaño y la forma de un estrecho cráneohumano.Se agachó, estiró un brazo y la movió.No era una roca volcánica esponjosa odiáfana, sino mucho más pesada, piedra plomo como mínimo, lo cual explicaba queestuviera suelta y, no obstante, permaneciera en su sitio a pesar del vendaval.Pshawri cobró ánimo, examinó su entorno en la noche cubierta de nubes y percibió denuevo una amenaza hacia el sudoeste, algo indeterminado con patas altas e invisibles oque avanzaba a empujones evitando la luz lunar.Dio tres pasos y se asomó a la boca del cráter
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