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.Ella lo acompañó al interior, donde unascámaras vigilaban todos los movimientos sin el menor disimulo.A continuación, Allison lo condujo a unahabitación sin ventanas y lo dejó en manos de un ceñudo empleado quien, con la habilidad de un funcionario deaduanas, buscó y hurgó en todos los recovecos y las grietas de su cuerpo menos en la entrepierna, donde, por unhorrible instante, Ray temió que le propinara un golpe. Sólo busco a mi hermano protestó finalmente Ray, dando lugar a que por poco le soltaran un guantazo.Una vez que lo hubieron registrado y desinfectado exhaustivamente, Allison volvió a ocuparse de él y lo110JOHN GRISHAM LA CITACIÓNacompañó por un corto pasillo hasta una estancia cuadrada, cuyas paredes daban la impresión de estaracolchadas.Sólo había una puerta provista de una ventana.Señalándola con el semblante muy serio, Allisondijo: Estaremos vigilando. Vigilando, ¿qué? preguntó Ray.Ella le dirigió una mirada de desprecio y, por un instante, Ray temió que lo derribara al suelo.En el centro de la estancia había una mesa con una silla a cada lado. Siéntese aquí ordenó ella, y Ray obedeció.Se pasó diez minutos contemplando las paredes, de espaldas a lapuerta.Al final, ésta se abrió y Forrest entró solo, sin cadenas ni esposas, ni guardas que lo empujaran.Sin pronunciaruna palabra, se sentó delante de Ray y cruzó las manos sobre la mesa como si hubiera llegado la hora de meditar.Llevaba el pelo rapado, aunque ya le había crecido unos tres milímetros.Iba impecablemente afeitado y daba laimpresión de haber adelgazado diez kilos.Llevaba una holgada camisa de color caqui con un pequeño cuello debotones y dos grandes bolsillos, casi de estilo militar, lo cual dio lugar al primer comentario de Ray: Este sitio es un campamento militar. Es muy duro asintió Forrest en voz muy baja. ¿Te lavan el cerebro? Eso es precisamente lo que hacen.Ray, que estaba allí por el dinero, decidió lanzarse sin más demoras. ¿Qué te ofrecen a cambio de setecientos dólares al día? preguntó. Una nueva vida.Ray aprobó la respuesta con una inclinación de la cabeza.Forrest lo miraba sin parpadear y con el rostro inexpresivo, contemplando tristemente a su hermano como sifuera un desconocido. ¿Y piensas pasarte doce meses aquí? Como mínimo. Eso costará un cuarto de millón de dólares.Forrest se encogió levemente de hombros como si el dinero norepresentase el menor problema y como si se hallara en disposición de permanecer allí tres años o incluso cinco. ¿Te administran sedantes? preguntó Ray, tratando de provocarlo. No. Pues te comportas como si estuvieras bajo los efectos de un sedante. Pues te equivocas.Aquí no utilizan medicamentos, aunque no sé por qué.¿Lo sabes tú? dijo con algo más deenergía.Ray no olvidaba el paso del tiempo.Allison regresaría exactamente treinta minutos después, interrumpiría laconversación y lo acompañaría hasta el exterior del edificio y del recinto.Necesitaba mucho más tiempo paratratar todas las cuestiones pendientes, pero allí tenía que actuar con eficiencia.Ve al grano, se dijo.Averiguacuánto está dispuesto a reconocer. Examiné el testamento del viejo dijo , y también la citación que nos envió, por la que nos convocaba a casa eldía siete de mayo.Estudié las firmas de ambos documentos y creo que son falsas. Qué listo. No sé quién hizo las falsificaciones, pero sospecho que fuiste tú. Demándame. ¿No lo niegas? ¿Qué más da?Ray repitió las palabras levantando un poco la voz en tono asqueado, como si el hecho de repetirlas le indignara.Una larga pausa mientras el tiempo seguía pasando. Yo recibí la citación un jueves.Estaba fechada en Clanton el lunes, el mismo día en que tú le acompañaste entu automóvil a la clínica Taft de Tupelo para adquirir una dosis de morfina.Pregunta: ¿cómo te las arreglastepara mecanografiar la citación en su vieja máquina de escribir Underwood? No tengo por qué responder a tus preguntas. Pues yo creo que sí.Tú organizaste la estafa, Forrest.Lo menos que puedes hacer es contarme cómo ocurrió.Tú has ganado.El viejo ha muerto.La casa ha desaparecido.Tienes el dinero.El único que te persigue soy yo, yenseguida pienso largarme.Cuéntame cómo ocurrió. Ya había tomado una dosis de morfina. Muy bien, y entonces tú lo acompañaste a comprar otra dosis.No se trata de eso. Pero es importante. ¿Por qué? Porque estaba drogado.Se produjo una pequeña grieta en el aparente lavado de cerebro mientras Forrest retiraba las manos de la mesa yapartaba la mirada
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